Tanzania

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO

Sobrevolar la cumbre nevada del Kilimanjaro, en un viaje hacia Tanzania, puede ser una imagen que jamás se borre en nuestro recuerdo. La montaña más alta de África es en realidad un volcán apagado. Desde sus faldas, hacia el oeste y hacia el norte, se encuentran las áreas de conservación animal más conocidas, como la Reserva de Tarangire, el hogar de miles de elefantes que deambulan entre bosques de boabads. El Lago Manyara, uno de los innumerables lagos de la Falla del Rift cuyos escarpados farallones limitan al norte sus aguas pobladas por flamencos y pelícanos, en sus orillas acechan los curiosos leones trepadores. El Serengeti, llanura sin fin en la lengua de los masai, poblado por enormes manadas de antílopes y numerosas familias de felinos salvajes. Los leones a menudo agazapados sobre los kopjes, esas extrañas formaciones rocosas que motean el paisaje y que se calcula pueden tener de 2 a 3 billones de años. Se dice que en el Serengeti, “los huesos de África se muestran como magníficos kopjes”.

Si hay un parque que deslumbre por encima de los demás, ese es el Ngorongoro, la caldera volcánica intacta más grande del planeta. Es un anfiteatro natural rodeado de muros de 600 metros de alto, y un diámetro de 16 kilómetros que alberga las poblaciones más densas de grandes mamíferos del mundo.

Pero además de lo dicho, y además de reservas naturales más salvajes aun como las de Selous y Ruaha, debemos mencionar a Zanzíbar, la hermosa isla de las especies, cuyas playas del este son consideradas como de las más bellas del mundo.